Villa Dora refugio mediterráneo anclado a la roca de la Costa Brava
En una parcela de perímetro irregular y fuerte desnivel, Villa DORA transforma los condicionantes más severos —acceso complicado, normativa estricta y una estructura de hormigón preexistente— en la oportunidad de fundirse con el paisaje de la Costa Brava. La casa se escalona sobre la pendiente: desde la calle se perciben solo dos plantas, pero al descender emerge un nivel semisubterráneo donde cuatro suites disfrutan de vistas ininterrumpidas al Mar Mediterráneo.
El corazón de la vivienda es una macroventana corredera de 12 m × 2,6 m que, al deslizarse sobre raíles enrasados, elimina el límite entre el gran salón‑comedor y la terraza‑mirador. Un muro central de piedra natural —con fuego a tierra— vertebra este espacio, prolongándose hasta la cubierta y reforzando la verticalidad de la composición. La escalera de hierro y madera flota entre los niveles; su trazado minimalista y el juego de sombras que genera evidencian la atención al detalle y facilitan una circulación fluida entre áreas sociales y privadas.
Al anochecer, la iluminación indirecta oculta en las pérgolas de madera y hierro proyecta veladuras sobre los muros de piedra, subrayando la textura y extendiendo la experiencia habitable más allá del interior. Piedra natural, grandes superficies acristaladas y tonos claros en fachada equilibran robustez y ligereza, mientras las amplias terrazas, las zonas de sombra y la piscina infinita invitan a vivir el exterior con la misma intensidad que el interior.